domingo, 31 de mayo de 2020

¡Por fin se terminará la dictadura de clases!: una posible consecuencia de la pandemia

Elvia María González Agudelo
Doctora en ciencias pedagógicas
Profesora titular UdeA

Dictar clase es una expresión de uso común entre los profesores, se pronuncia casi inconscientemente en el lenguaje cotidiano, a veces hasta irónicamente se lleva al significado de dictadura de clases.  ¿De dónde proviene esta expresión? Tal vez del método escolástico, desde los inicios de la edad media, donde el proceso de enseñanza consagró tres momentos claramente diferenciados la Lectio, la quaestio y la disputatio.  En la lectio  el profesor les dictaba a los estudiantes los libros clásicos, explicaba  ciertas partes difíciles; los discípulos, en un primer momento debían repetir de memoria los dictados, luego en la quaestio, el mismo profesor o un sofista enseñaba  el arte del debate basado en la dialéctica, unas veces para distinguir la verdades del error, otras solo para persuadir, pero siempre para perfeccionar la  elocuencia en la oratoria y la argumentación; este ejercicio preparaba al profesor para su participación en la  disputatio, debates públicos entre los profesores, por navidad y pascua, sobre temas de interés universal convirtiéndose, en ocasiones, en verdaderas investigaciones, que daban como resultado la escritura de los libros denominados Summae.  A estas disputatio, los estudiantes solo eran invitados a escuchar.

Pero se inventó la imprenta en el siglo XV y revolucionó la educación, se imprimieron los libros en grandes cantidades, las bibliotecas se expandieron, los jesuitas propagaron un sistema educativo para todos, Comenio se atrevió a prometer enseñar todo a todos y, con el devenir de los años, se pasó de la lección donde se dictaba al seminario, donde el alumno pasó de ser un escribiente a ser un lector.  En el seminario los estudiantes leen antes de la clase, escriben por sus propios medios relatorías y protocolos, investigan para debatir a profundidad con el profesor, no para solo escuchar y repetir.  Pero aún dictamos clase y si el estudiante no trajo su relatoría pues ¿qué hacemos? Dictar clase…

Y desde el siglo XX llegaron las TIC, subvirtiendo los ambientes de aprendizaje, el espacio, el tiempo, el grupo y los contenidos vienen cambiando.  Ahora el espacio es virtual, el tiempo es múltiple, el grupo puede dispersarse en todo el mundo y los contenidos, ya están ahí, en la nube con acceso abierto, multitud de opciones, videos, textos, audios, en todos los idiomas y en todas las culturas. Los estudiantes pueden acceder a los contenidos cuando lo desee, ahí están, en la nube, casi atemporales.  El saber ya no está en los profesores, la cultura se registra en la nube, los currículos ya no son contenidos, son la cultura que se pasea por las instituciones educativas, la escuela ha de estar en la vida, por ello hoy los currículos deben problematizarse y desarrollarse con didácticas basadas en proyectos, saber de dónde partimos pero no a donde llegaremos… y los profesores siguen dictando clase.

Pero en el siglo XXI llegó la pandemia y todo cambió.  Casi todos usaban las tecnologías por entretenimiento y ahora que son indispensable para seguir trabajando, nos damos cuenta que muchos profesores y estudiantes no tiene aparatos digitales de última generación, no tienen conectividad, no están capacitados en estrategias didácticas innovadoras y, además le temen al cambio.  Se abre aún más la brecha entre lo público y lo privado, y se hace conciencia sobre las tecnologías digitales como un derecho para llevar a cabo la educación pues es un medio indispensable, no como dotación para un espacio físico institucional sino para cada estudiante y para cada profesor como seres individuales que son; también, es necesaria  la conectividad, sin lo uno y lo otro,  hay una incidencia negativa en el acceso, en tanto igualdad y en la adaptabilidad, en cuanto  la permanencia, factores que influyen en  la calidad; es decir, para esta nueva realidad que nos circunda la tecnología se convierte en un derecho. Nadie debe quedarse atrás. Pero ante la pantalla encendida del ordenador ¿qué hace el profesor?